He llegado al cielo, oh si que lo he tocado y también he llegado a lugares inhóspitos, cuando eso ha pasado me doy cuenta que aún con toda mi experiencia en docencia sigo siendo, en algunos casos, bastante ingenua.
Era verano, no hace mucho, estaba buscando una sede para trabajar mi investigación. Podría hacerlo incluso en mi propia casa, pero debo ir donde se me necesita, donde pueda evitar que los niños sean vulnerables o se sientan desolados, deprimidos, sin deseos de ir a la Escuela, de niños que siendo tan pequeños ya quieren rendirse y dejar de estudiar. Así que, cuando me veas trabajando no esperes ver lujos, tampoco imponentes edificios, verás solares, salones formados con carpas o filas de niños en calles cerradas para quebrar sus piñatas.
Con esto quiero decirte que tengo una fuerte vocación por mi labor. Soy de esa generación de maestras educadas para ser jardineras, ferviente seguidora de Froebel y Piaget. Egresé como educadora a mis escasos 19 años, con mi titulo en mano, flotando sobre una hermosa nube rosa, tejida por mentoras que me hicieron saber, que yo era una jardinera , que los niños y niñas eran las plantas y las flores, que debía cuidar de ellos y de ellas, que mis niños serían mi jardín...Y mi campo laboral, el paraíso del saber. pero sabes? una cosa es la clase en la Escuela Normal y otra la practica laboral.
La casa donde me instalé para impartir mis asesorías era segura, pero rodeada por algunos jóvenes silenciosos, respetuosos, pero cuya mirada estaba tan perdida como sus propias vidas.
-No se preocupe maestra, ya le hablaron al arquitecto y pronto esto se resolverá, ya lo verá.
Ante estas palabras no quise intervenir, era agradable saber que había profesionistas preocupados por los muchachos, así que tranquilamente entré a la casa y comencé a ordenar mi trabajo. Minutos después se escuchaban fuertes gritos de dolor, corrí nuevamente hacia el callejón. En medio de un tumulto de jóvenes estaba el llamado Arquitecto azotando una loza en la cabeza de otro joven de igual edad. Resulta, que le llamaban el arquitecto por usar las lozas o ladrillos para torturar a los delincuentes y sacarles la verdad.
-Pero qué ocurre aquí? - Pregunté alarmada - Esto no está bien, cómo se les ha ocurrido eso? Cómo saben que este muchacho robó el celular?
-No lo sabemos-dijo uno de ellos-por eso está aquí el arquitecto, para ayudarnos a saberlo.
-Claro que no, ahora mismo lo dejan en paz y tú arquitecto te retiras o haré que vengan a por ti, tengo el número del oficial de policía de la colonia y puedo llamarlo.-grite levantando mi celular con toda la autoridad que pude expresar- mientras me acercaba a levantar al otro joven que apenas podía sostenerse en pie.
-Esta bien maestra- El llamado arquitecto se acercó a mi-yo vine porque me llamaron, pero ya me voy, en esta dirección están vendiendo el celular - Dicho esto me entregó un trozo de papel, vio por última vez al otro joven casi desmayado y tranquilamente se alejó, mientras el resto de los chicos, lo seguían con una mirada llena de disimulada admiración.
Y si, así es como en algunas comunidades los jóvenes perdidos resuelven sus "problemas", no les hablé sobre que no debemos tomar la justicia con nuestras propias manos, porque algunos de ellos están hartos de esas palabras cuando la desigualdad los alcanza y los rebasa. Están tan heridos que para ellos hay palabras que han dejado de tener sentido , me agarré de lo único que tenía, les dije que fuera la última vez que veía esas escenas, que trabajo con niños pequeños, que asisten a estudiar no a ver peleas y sabes que? Bendito Dios siempre he tenido la suerte de ser escuchada.
Si, me han llevado al cielo, si que lo he tocado, pero son otros cielos los que también me han aprisionado, cielos revoltosos que sacuden mi idealista vida. Cielos donde nace la violencia, donde se gestan las nuevas guerras: Los problemas mentales, las crisis familiares. Pero, como juzgar a estos jóvenes? es su suelo y es su cielo, claro, oscuro, así han aprendido y podido sobrevivir.
Ay, bajo esos cielos me es tan difícil seguir...!! Entonces lo que hago es aspirar, continuar dando lo mejor de mi, recordar la promesa hecha a mi padre de ser útil a mi patria, olvidarme de nostalgias, tomar aire, y avanzar. Aún sigo creyendo en ese canto "Caminante no hay camino, se hace camino al andar".
-Pero qué ocurre aquí? - Pregunté alarmada - Esto no está bien, cómo se les ha ocurrido eso? Cómo saben que este muchacho robó el celular?
-No lo sabemos-dijo uno de ellos-por eso está aquí el arquitecto, para ayudarnos a saberlo.
-Claro que no, ahora mismo lo dejan en paz y tú arquitecto te retiras o haré que vengan a por ti, tengo el número del oficial de policía de la colonia y puedo llamarlo.-grite levantando mi celular con toda la autoridad que pude expresar- mientras me acercaba a levantar al otro joven que apenas podía sostenerse en pie.
-Esta bien maestra- El llamado arquitecto se acercó a mi-yo vine porque me llamaron, pero ya me voy, en esta dirección están vendiendo el celular - Dicho esto me entregó un trozo de papel, vio por última vez al otro joven casi desmayado y tranquilamente se alejó, mientras el resto de los chicos, lo seguían con una mirada llena de disimulada admiración.
Y si, así es como en algunas comunidades los jóvenes perdidos resuelven sus "problemas", no les hablé sobre que no debemos tomar la justicia con nuestras propias manos, porque algunos de ellos están hartos de esas palabras cuando la desigualdad los alcanza y los rebasa. Están tan heridos que para ellos hay palabras que han dejado de tener sentido , me agarré de lo único que tenía, les dije que fuera la última vez que veía esas escenas, que trabajo con niños pequeños, que asisten a estudiar no a ver peleas y sabes que? Bendito Dios siempre he tenido la suerte de ser escuchada.
Si, me han llevado al cielo, si que lo he tocado, pero son otros cielos los que también me han aprisionado, cielos revoltosos que sacuden mi idealista vida. Cielos donde nace la violencia, donde se gestan las nuevas guerras: Los problemas mentales, las crisis familiares. Pero, como juzgar a estos jóvenes? es su suelo y es su cielo, claro, oscuro, así han aprendido y podido sobrevivir.
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Gracias y hasta pronto...!!