Mi hermano se veía
tranquilo en el Centro Médico pero ése día de visita me alertó su apariencia,
estaba sucio y descalzo, parecía no haberse aseado en días.
-Hermano, que pasó con tus tenis?
-No los encuentro, tampoco mi ropa ni mis jabones. Pediré que
busquen mis cosas. Yo no debo salir a otros cuartos.
Eso no me gustó,
pero sabia que no debía comentarle nada, su mente debía cuidarse de cualquier comentario
desafortunado.
Salí del lugar mas no
muy tranquila . Tenía el presentimiento de que algo no andaba bien. Mi corazonada
se confirmó a media semana cuando recibí la llamada de mi madre.
-Tu hermano escapó del Centro, dicen les abrió la puerta y
escaparon mas de la mitad de los internos. Sabrá Dios donde andará -La voz de
mi madre se quebraba por el llanto.
Después de peinar todos los alrededores del Centro preguntando
no encontramos a mi hermano, dejé a mi madre en su casa con la
promesa de no descansar hasta encontrarlo.
Pero al llegar la
noche no se sabía nada. Derrotada y cansada llegué a mi casa. Apenas me había
sentado escuché unos pasos en el portal. Ahí estaba mi hermano José. Los
sentimientos se agolpaban en mi pecho,
una inmensa alegría de verlo después de la angustia de saberlo perdido quizás
para siempre y un gran dolor al ver sus pies hinchados, sangrando.
-He caminado mucho-me dijo recargándose en mi, con lentitud
lo lleve al sofá de la sala.
-¿Que pasó hermano?….Casi muero de la angustia
-Me escapé…pero no recordaba, no sabía como llegar, he dado
muchas vueltas, cuando pasé y vi el tinaco de agua, recordé algo.
-Le dijeron a mamá que muchos compañeros tuyos también
escaparon
-Yo les ayudé
-Pero hermano…
-Estarán mejor afuera que adentro, nos daban agua de la
llave, comida echada a perder, a mi no me golpeaban, a otros si. Estas son las
llaves que abren todo el Centro. Con ellas abrí el portal y salimos todos.
-Hermano…Tendremos que ir a devolverlas.
En el resto de la noche cenamos, curé sus pies y avisé a mi
madre para que ya no se preocupara.
Al día siguiente
fuimos la Centro Médico, no quería tomaran acciones legales contra mi hermano,
así que fuimos a hacer entrega de las llaves,
cuando llegamos recibimos miradas que eran desde el temor hasta la sorpresa.
El encargado
lógicamente no nos recibió con algarabía.
Mi hermano y yo avanzábamos tomados de
la mano. Sus pies aún estaban adoloridos por las largas horas que había caminado
para llegar a conmigo.
-Buenos días
-Buenos, qué pasó contigo amigo, nos metiste en un problema
Mi hermano permanecía callado.
-Aquí están las llaves-contesté yo
-Las cosas no son tan sencillas señorita
-Mi hermano no actuó por maldad.
-Mire usted sabe que él no esta bien-Entonces, la mirada de mi hermano
se ensombreció, yo conocía esa mirada, era esa que anunciaba sus crisis y se
volcó contra el encargado tirando todo a su paso
-¿Lo ve? Esta loco, llévelo a la clínica siquiatra… ¡háblele!
Entonces mi hermano al fin habló
-Estoy loco ¡Pero no he robado a nadie…!!!- Y tumbando a golpes la puerta
adjunta a la dirección me gritó:
-Mira, aquí esta la comida, mucha comida…Pero nos da las sobras…Hay comida y
dinero decía arrojando todo sobre el piso… ¡Estoy loco hermana pero no robo ni
abuso de nadie…!!
Entonces corrí a con él y lo abracé con fuerza, era lo que siempre calmaba sus estallidos. Aunque a mi me ahogaba de dolor.
-Guardias…apréndanlos -Gritaba el Director, pero sorpresivamente
los guardias no lo obedecían. Nos dejaron pasar y no supimos que pasaría con el
encargado. En esa oficina tenia almacenadas despensa, dinero, buena ropa.
Donativos que no llegaban a sus destinatarios. Mi hermano y yo salimos abrazados,
sin mirar atrás.
En silencio
llegamos a con mamá. Mi hermano no la reconoció, sus ojos me miraron fijamente
antes de ir a su cuarto. Cargado de silencio. Un silencio que, aunque me dolía,
debía respetar.
Cuando el hombre
habla del fin del mundo, supone que será a causa de una guerra mundial o hasta una
invasión extraterrestre, lo cierto es que si el hombre no recapacita, no
necesitará llegar un Armagedón para destruirnos, lo harán el hambre de poder y
el egoísmo.
Se discrimina y
abusa de los enfermos, del limpia vidrios,
del “viene, viene” que se ofrece a
ayudarte a sacar el auto en el mercado. Se justifica la soberbia diciendo que son drogadictos, pero no todos lo
son.
Ellos, los más desfavorecidos, también tienen en este gran diseño derecho
a su poderío. Y si no nos damos cuenta quizás sea porque, aunque tenemos en nuestra mirada la Espada del
Augurio para ver MAS ALLÁ DE LO EVIDENTE hemos dejado de
mirarnos a los ojos, si lo hiciéramos,
podríamos distinguir …entre quien necesita extendamos nuestra mano de quien busca hacernos daño.