¿Sabes? Algo que llama mucho mi atención cuando imparto alguna clase o curso sobre los valores es ver la incredulidad que se tiene hacia un futuro promisorio. Cuando digo a las madres de familia, “Hay que preparar a nuestros niños con valores sólidos pues no sabemos si alguno de ellos, tendrá un puesto en el Senado o llegue a ser Presidente de la República..”
Entonces veo, risas de
incredulidad y les pregunto,con el sentimiento de decepción agolpado en mi ser :
"¿Porque lo dudan? Porque no
creen en que sus hijos puedan llegar a estar en la Silla Presidencial…” Entonces, les cuento la historia de alguien
que renunció a su trabajo por ejercer sus valores y vivir con la frente en alto.
Resguardando la vida propia y la de su familia.
Al día siguiente cuando mi amigo se presentó
a su trabajo su jefe lo recibió con un portafolio, el cual le abrió,en el
interior del maletín estaban varios centenarios, joyas y pacas de dinero en
dólares
-Esto es por tu silencio-le
dijo su jefe-No digas nada, ajusta todo,
eres muy inteligente, sabrás hacerlo …Y habrá mucho más…
Entonces mi amigo le respondió
-No, señor, ejercer mi
trabajo ya tiene un sueldo.
-¿Tienes familia Humberto?
Mi
amigo, sabiendo todo lo que implicaba esa pregunta y el haber rechazado el soborno fue que
decidió presentar su renuncia. Su jefe, pensando en que sería puesto en evidencia
lo boletinó para que no fuera aceptado ni empleado en ninguna oficina del Gobierno.
Humberto ,como contador,es un eminencia
en su área, sin embargo el haber sostenido en pie sus valores le cerró muchas puertas,
debido a la falta de trabajo, se dedicó a lavar los autos de las afueras de las
oficinas de Gobierno, a quienes en otro tiempo fueran sus compañeros de trabajo
y así con toda su humildad siguió su vida.
Cuando su hijo terminó la
preparatoria sin mas ni mas, decidió no seguir
estudiando y a la pregunta de PORQUE,
lleno de decepción respondía PARA QUE ESTUDIAR,PARA TERMINAR DE “LAVA-COCHES”
COMO PAPÁ?. Entonces mientras su padre bajaba la cabeza hubo alguien que le
contó la historia y su hijo entonces reconoció el gran padre que tenía.
Humberto abrió un negocio en
su casa en el que le va muy bien. Pudo
haber sido diferente, aceptado la corrupción y vender su moral, pero ¿A qué
precio?
En cambio ahora puede ver a
su hijo a los ojos y caminar con la frente en alto porque sus valores abrigan
su vida.
La vida, un inmenso mar, nuestra vida un
pequeño navío…Así es como la concibo. Con días de mar embravecido en los que pareciera que nuestro barco se
va a la deriva, otras noches, nos mece
suavemente, con quietud silenciosa, bajo
un cielo tapizado de estrellas y otros
días bajo el candente sol, surcamos imponentes
de sus mares.
Mas siempre te he dicho que al navegar no estamos exentos de
recibir sabotajes al alma o como en el caso de Humberto, ser tentados al oido por el canto de la sirena, la decisión es nuestra. Lo que puedo decirte es que sólo con fe y
convicción podremos seguir este viaje y no habrá oscuridad que no podamos
surcar.
Este es un caso verdadero y he tenido el permiso de quien lo vivió para narrarlo