Estaba amaneciendo, aun portando mi
primoroso vestido de novia, de pronto sentí miedo, mi recién esposo no tardaría
en llegar y todavía amándolo no quería
provocar su enojo, aunque resonaban en mi mente sus palabras “No te amo y nunca
te podré amar”. Por un momento pensé en escapar, pero tuve miedo de que mi padre,
afectado por mi dolor realmente mandara a la cárcel a mi recién esposo (políticamente
tenía el poder de hacerlo)… Así que, me cambié de ropa, desaparecí mi vestido de novia y todo lo que oliera a boda y me metí en la
cama esperándolo, llegó cayéndose de borracho y apenas había alcanzado el sillón de la sala.
A la mañana siguiente fingiendo
que no había pasado nada le preparé el desayuno y en silencio lo acompañé, nuestro
primer día de casados, en mi corazón una mezcla de amor y miedo, no me atrevía
siquiera a mirarlo a los ojos.Él como si nada hubiese pasado.
Pasaban los meses, de manera ingenua creía “VA A CAMBIAR…AUNQUE NO ME AME, CON MI AMOR
SERÁ SUFICIENTE Y SEREMOS MUY
FELICES…” Así que ponía mi mejor sonrisa y a la vista de mis padres éramos la pareja enamorada,
Pero, en casa el marido ejemplar se convertía en un verdugo casi imposible de complacer, quien
tiraba de la comida si no le complacía y me llevaba a la cama…sólo cuando él lo
quería.
DELIBERADAMENTE
Deliberadamente
te ofrecí mi ternura,
y al ir pintando sueños
fui enteramente tuya.
Te entregué mi renuncia
a los tristes recuerdos
te di los tiernos versos
que me inspiró tu amor.
Deliberadamente
te di mi corazón,
quise que me quisieras
con toda tu pasión.
Sin protestar por qué
a mi primer derrota
ya con el alma rota
por el desdén te amé.
Hubo ensueños a raudales
y te quise conquistar
y en castillos de cristales
hoy mis sueños vienen, van.
Cada quien busca el amor
a su modo y su razón,
cada quien una ilusión…
va sembrando bajo el sol.
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