Capítulo 1
En estos últimos días, recordaba la primera vez que creí haber encontrado el amor...
En esa etapa conocí al que yo creía era el amor de mi vida, me enamoré de él desde que nuestras miradas se cruzaron, rápidamente estaba visitándome en casa y tres meses después nos comprometimos.
Él no creía en el matrimonio religioso y yo lo acepté así que pidió mi mano y decidimos casarnos sólo por lo civil, mis padres estaban felices planeando una gran boda y como regalo mi padre me regaló una de sus haciendas.
Todo era felicidad, hasta que una semana antes de la ceremonia, mientras caminábamos camino a casa, él tomando de mi mano me dijo: "Eres muy buena, una gran mujer, pero...no puedo casarme contigo...No te amo"... Enmudecí, al destrabarme de la impresión empecé a balbucear..."No puede ser, no puedes hablar en serio...tú me amas, vamos a casarnos" Pero él estaba decidido, separándome de su lado me dijo: "Perdóname"
Todo era felicidad, hasta que una semana antes de la ceremonia, mientras caminábamos camino a casa, él tomando de mi mano me dijo: "Eres muy buena, una gran mujer, pero...no puedo casarme contigo...No te amo"... Enmudecí, al destrabarme de la impresión empecé a balbucear..."No puede ser, no puedes hablar en serio...tú me amas, vamos a casarnos" Pero él estaba decidido, separándome de su lado me dijo: "Perdóname"
No puedo recordar muchas cosas con precisión, no recuerdo como lo hablé con mis padres, no recuerdo como llegué a mi recamara, sólo recuerdo haber ido a comprar unas botellas de brandy y un encierro de varios días en los que mi madre cada ciertas horas me preguntaba "Hija, ¿Estás bien?" y yo contestaba "si" y eso era todo.
Después de haber terminado con todas mis lágrimas, con el corazón seco, frío, sin dolor, decidí que tenía que afrontarlo, “Debo recoger las invitaciones, diré que preferiremos esperar al matrimonio por la Iglesia, sí eso diré"... Sin embargo, al salir, dispuesta a afrontar mí fracaso ahí estaba él, no, no me arrojé a sus brazos, escuchaba incrédula sus palabras:
"¿Podrías perdonarme y casarte conmigo? No tengo una explicación, no tengo una razón" Entonces yo le dije, “No necesito una razón, sólo te necesito a ti" y abrazándome a él, totalmente enamorada le dije nuevamente, que sí.
Días después mis padres sonreían felices y yo envuelta en un primoroso vestido blanco me casé.
Por cuestiones de trabajo decidimos postergar la luna de miel así que terminando la fiesta nos fuimos a nuestra casa, el regalo de mi padre. Y ahí, en la intimidad de nuestro futuro hogar conocí su verdadero rostro. Cuando me acerque a él con todo mi amor me dijo estas palabras:
"Quiero que sepas que no te amo y nunca te podré amar, volví contigo porque tu padre me amenazó con mandarme a la cárcel y eso nunca se lo perdonaré" Y todavía incrédula le dije "Mi padre, jamás lo haría...!! "
Entonces él respondió:
-Tiene motivos para hacerlo y si lo haría, así que...
"Esto sólo es un negocio"
Fue lo último que me dijo antes de marcharse ,si hubo dolor, no lagrimas porque ya había derramado demasiadas, así que en mi noche de bodas, con mi primoroso vestido blanco...sentada en mi recamara, a solas, en la noche más oscura de mi vida, arropada en mi dolor viví lo que debía de ser la Luna de miel.
Horas más tarde estaba amaneciendo, aun portando mi primoroso vestido de novia, de pronto sentí miedo, mi recién esposo no tardaría en llegar y todavía amándolo no quería provocar su enojo, aunque resonaban en mi mente sus palabras “No te amo y nunca te podré amar”.
Por un momento pensé en escapar, pero tuve miedo de que mi padre, afectado por mi dolor realmente lo mandara a la cárcel pues políticamente tenía todo el poder para hacerlo… Así que, me cambié de ropa, desaparecí mí vestido de novia y todo lo que oliera a boda y me metí en la cama esperándolo, llegó cayéndose de borracho y apenas había alcanzado llegar al sillón de la sala.
A la mañana siguiente, fingiendo que no había pasado nada le preparé el desayuno y en silencio lo acompañé, nuestro primer día de casados, en mi corazón una mezcla de amor y de miedo, no me atrevía ni siquiera a mirarlo a los ojos. Él, como si nada hubiera ocurrido.
Pasaban los meses, de manera ingenua pensaba "VA A CAMBIAR, AUNQUE NO ME AMÉ, CON MI AMOR SERÁ SUFICIENTE Y SEREMOS MUY FELICES..." Así que ponía mi mejor sonrisa y a la vista de mis padres éramos la pareja enamorada. Pero, en casa, el marido ejemplar se convertía en un verdugo casi imposible de complacer, quien tiraba de la comida si no le complacía y me llevaba a la cama...sólo, cuando él lo quería.
Creía,llena de ingenuidad que con mi amor sería suficiente.Pero nunca es así. A mi favor sólo puedo decir lo difícil que es ignorar al corazón.
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Los nombres de los personajes de mi novela autobiográfica los he cambiado por respeto a sus vidas y porque uno de ellos ya está en el cielo.